Mi querida Caro Chavate

(Espero que no te importe el "mi querida", cuando uno lee algo, se identifica y además lo inspira, suele sentir que conoce a la persona que lo escribió).

No sólo creo que muy pocas, por no decir que ninguna persona en el mundo está preparada para escuchar este tipo de respuestas a esa pregunta, sino que ni siquiera nosotros mismos lo estamos, es ahí donde surge el problema (menos mal ya me estoy safando). ¿A qué te dedicas? Estoy ““haciendo realidad un sueño, un proyecto personal”, “obteniendo inspiración para mi libro”, “estoy creando una serie fotógrafica de lo que la gente pisa con la suela de sus zapatos”, “hago dibujitos y los publico en mis redes sociales”, “me gusta ir a ver pelis y después reseñarlas en mi blog”, “hago croché”, ”tengo un taller de vitrales en casa”, “toco el Ukelele”, “entrevisto gente en la calle”, “hago malabares”, “bailo”, “cocino y experimento con alimentos”, o “viajo y cuento historias del movimiento del mundo””

Puede ser que siempre hemos sido tan molde o nos han criado tan de esa manera, que instintivamente busquemos trabajo en las empresas más reconocidas o incluso que nos de pena admitir que no trabajamos en una de esas, o que por el tipo de trabajo que tenemos y las personas con las que estamos todo el tiempo, no sea indispensable tener claro el protocolo, la etiqueta, andar de tacones y todas esas cosas. Pueden ser muchas las razones, pero sinceramente la idea de Caro me suena más.

Hace algunos meses una amiga compartió ese post en su Facebook, afortunadamente de esa forma llegó a mí. Casualmente estábamos atravesando la misma situación, trabajábamos en la misma empresa,  pero ninguna de las dos estábamos disfrutando lo que estaba haciendo. Así que ella tomó la decisión de renunciar y yo tenía la idea latente, pero pensaba en las cuentas por pagar y eso me detenía. Sabía bien que algo me faltaba y aunque me esforzaba sólo lograba tener la loca idea de salir corriendo.

Por eso me impactó mucho este artículo, ya me había replanteado mi vida alguna vez, pero a veces sólo una no es suficiente.

Mientras almorzaba con mi amiga y me contaba sobre su renuncia y sobre un proyecto personal que empezaba a emprender, podía ver un mágico brillo en sus ojos y una enorme sonrisa. Eso fue impactante y muy esperanzador. Algunos días después y sumándole otras circunstancias, renuncié. Debo admitir que no fue nada fácil afrontarlo y que si tuve momentos de desesperación, pero volví a tenerme, a identificarme, a creer en mí, a soñar, a plasmar, decretar y materializar.

Ahora trabajo apasionadamente en un proyecto personal que me hace sentir viva. Hoy volví a leer ese post y no queda más que decir: Gracias, Carito.

PD: es muy bacano ver las diferentes páginas, personas y demás, que han hecho alusión a este escrito, sabía que no era la única, es fascinante.